Dentro de los géneros fantásticos de la Literatura, hay uno que sobresalió en los tiempos previos al Boom Latinoamericano; un estilo que si bien nacería con Frankenstein de Mary Shelley, y sentaría bases con las obras de Julio Verne y Herbert George Wells, sería un científico quien pondría su nombre en el mapa de las letras: un hombre llamado Isaac Asimov.

Podríamos escribir una cronología amplia y variada de la Ciencia Ficción como lo hicimos en algún momento con el Terror, y quizá lo hagamos en un futuro, pero ahora nos compete un tema de festejo más cercano a una persona que al género mismo, pues el día de hoy se cumple el natalicio del SciFiction, con el nacimiento del hombre más significativo en su campo.

Isaac Asimov es un ícono para los escritores modernos por varios motivos muy distintos, no solo por levantar un género. Fue el fundador de una generación de escritores americanos dedicados al futuro y la ciencia, aquel que amalgamara el conocimiento científico y la literatura con la expresa intención de hacerlo. Gracias a Asimov entendimos que un escritor podía dominar un área fuera de la literatura, y convertirla en mundos maravillosos en el papel; encontramos en su vida un relato de esfuerzo y coraje contra las poderosas mentalidades políticas, el pensamiento cuadrado del científico, y el cierre de las culturas fantásticas de la época. Un ejemplo para las nuevas generaciones de escritores que se vuelven a encontrar con las mismas puertas cerradas.

Nacido en 1920, en la antigua Rusia Soviética naciente de la Revolución de Octubre, un par de años antes de la fundación oficial de la Unión Soviética. No vivió para ver el desarrollo de la nación roja, pues sus padres se marcharon a Estados Unidos cuando el joven Asimov apenas contaba con tres años de vida. Se desconocen los motivos detrás de la decisión, aunque hay quienes apuntan a las bases judías de los padres, lo cual es mera suposición.

Asimov crecería en la Nueva York del periodo de Guerras, lugar y tiempo perfectos para ver nacer el futuro. Estados Unidos usaba los puertos como astilleros, y el crecimiento tanto económico como demográfico, así como el desarrollo de tecnología de guerra, hicieron de aquel paisaje una inspiración y una pesadilla, un cultivo de ciencia en las mentes jóvenes.

El futuro escritor, fascinado por el futuro que a su alrededor se levantaba, sentó sus bases al conseguir revistas de Ciencia Ficción, la primera literatura en sus manos, de autores como Wells que tendrían gran aceptación en aquellos tiempos. El entorno y sus autores favoritos marcaron sus gustos, a tal manera que a la corta edad de diecinueve años empezaría sus historias con pequeñas revistas del mismo género.

Es aquí donde empieza la divergencia. Asimov vivió rodeado del crecimiento tecnológico, un futuro en el presente, todo al alcance de sus manos. Nueva York crecía con él, y poca duda quedaba en la mente del joven para su dedicación; pero la literatura había expandido sus raíces hasta su alma, y Asimov sabía bien que no había futuro que no se pudiera concebir en la mente, o en las páginas.

Ciencia o Arte. En aquellos tiempos el mundo era muy distinto, y muy similar a la vez; hoy en día parece que existe un muro entre ambos aspectos de la psiquis humana, buscar la belleza, o buscar el desarrollo; pero para Asimov ambos aspectos eran lo mismo, pues el futuro era hermoso, y el desarrollo podía inventarse con la pluma.

Asimov decidió dedicarse a la ciencia, pero jamás abandonó a su musa. Se graduó en Bioquímica, y sus redacciones científicas causaron asombro dentro de la comunidad científica de la época; pero poco le fue reconocido en la sociedad.

Rechazado en varios aspectos, las universidades eran precavidas con Asimov; no era de sorprender, pues en su vida adulta la fascinación del escritor por la tecnología a veces rayaba con la política liberal que tanto comenzaba a brotar en el periodo post-guerra; aunado a esto, se sabía bien que Isaac era Ruso de nacimiento, en un tiempo donde la Guerra Fría escarbaba en los temores de la sociedad. Asimov era un firme defensor del uso de la Energía Nuclear para el bien social; era humanista, pero firme racionalista, y sabía que el futuro estaba detrás de la Energía. Sobra decir que un pensamiento tan lógico, a pesar de buscar el bienestar de su comunidad, no fue bien recibido por una sociedad que luchaba por abandonar el terror (o justificarlo).

Para los tiempos de la Guerra Fría (considerando el inicio a finales de la segunda Guerra Mundial), Asimov ya se había recibido como Doctor en Química, y había conseguido el puesto de profesor asociado; pero por razones varias (aquí es donde nace el secreto a voces), no se le otorgó un puesto de profesor fijo en la universidad, e incluso se le retiró el sueldo… pero a Asimov esto no le afectó, pues su musa había rendido frutos.

La otra cara de Asimov era la más conocida: Escritor de Ciencia Ficción. Para entonces Isaac había publicado lo que hoy en día serían los íconos del SciFiction: La Saga Fundación.

Asimov obtenía ganancias mayores de sus libros, de lo que obtendría trabajando como profesor de universidad; por lo cual jamás abandonó el recinto (para coraje de sus superiores), y continuó enseñando como asociado varios años más, hasta que en 1979 obtuvo el puesto de profesor titular.

Asimov era un hombre sobresaliente por su pasión. Amaba la ciencia, amaba el futuro, y amaba verlo crecer. Arriesgó mucho en sus predicciones literarias, en especial en sus dos temas favoritos: La Inteligencia Artificial, y los Viajes Espaciales. Asimov tuvo la dicha de vivir la carrera espacial, y sus allegados eran emotivos al recordar la alegría de cada vuelo, en especial los tripulados, en el rostro del entonces profesor. Las exploraciones al estilo de Ópera Espacial (género del que hablaremos después) fueron fruto de aquellos sueños hechos realidad en la mente del escritor, contemplando sus predicciones escritas en el universo a los pocos años de nacer en sus letras.

Los días posteriores transcurrieron con infinidad de reconocimientos en el mundo literario e intelectual, días cuando los sueños se volvía realidad.

Asimov, el amante del futuro, fallecería en 1992 tras un fallo coronario, fruto de la edad, y (según su esposa) por el SIDA tras una transfusión de sangre.

Isaac Asimov es un hombre de gran importancia en la literatura contemporánea, en especial en América. Hombre de reconocido intelecto, aprendió a alimentar el conocimiento de los jóvenes con sueños escritos en papel, mismos que fueron dando forma a su alrededor, mismos que inspirarían los cimientos de lo que somos ahora.

Entre sus escritos de mayor gloria encontramos la Saga Fundación, la cual es quizá la historia más expandida en el mundo de la literatura, pues además de los tres libros base, se cuentan dos precursores, y casi el triple de secuelas. También el joven lector (o no tan lector) descubrirán varios títulos que le son reconocidos por el cine: Yo, Robot; y el Hombre Bicentenario, son historias concebidas por el maestro Asimov mucho antes de su planificación como películas.

Asimov superó barreras ideológicas usando únicamente el amor por el futuro, un tema que muchos de nosotros en el mundo de las letras sabemos apreciar, y buscamos interpretar. Si usted amado lector busca conocer el futuro con una prosa sencilla y nada carente de adjetivos, le recomendamos iniciar con este noble autor, que ha sido inspiración de muchos actuales, perfecto para conocer antes de analizar.

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